Bares y restaurantes de Toledo visitados por “Loc i Tos” para la revista Bisagra (I)

 

Bar Trébol en 1990


Desde finales de los 80 hasta 1994, la revista Bisagra, dirigida por Francisco José Gómez Herruz, nos informó y nos entretuvo sobre todo aquello que ocurría en la región castellano manchega y en la capital toledana. Allí veíamos a los políticos de aquellos años, a los famosos, a gente corriente y con un poco de suerte, salías tú mismo o tus amigos en alguna fotografía.

En la revista, una sección llamada al principio Último plato y luego Propuestas, escrita por Fernando Barredo de Valenzuela Álvarez y Antonio Illán Illán (Loc i Tos), recorrió en sus páginas algunos bares y restaurantes de Toledo y de la provincia, dando su opinión sobre los locales, las viandas que ofrecían, y recomendando alguno de sus platos. La sección se acompañaba de una foto en la que aparecían las personas que atendían el local. 

Han pasado ya treinta años, y esta sección de la revista, este pequeño tesoro, nos transporta a lugares comunes como son los bares y restaurantes , muchos de ellos ya desaparecidos. Recopilo en esta primera entrada algunos de los locales más populares visitados por Antonio y Fernando en el centro histórico, aquellos en los que se podía tomar una cerveza o un vino con una tapa, ración o similar, o comer por un precio asequible para el común de los mortales.

Empezamos por el Trébol y el Sildavia (actualmente la Tabernita), de Buenaventura del Álamo, los dos en la Calle Santa Fe. Loc y Tos destacan la pulga Trébol, con jamón, pimiento, lomo con salsa de pimienta y reseñan la famosa bomba, patata rellena con carne picada, salsa brava y ali-oli. Las pulgas de entonces costaban entre 100 y 150 pesetas y las personas que atendían en la barra, Alfredo, Victor, Manolo, Julián y Angel. En el Sildavia, antes Bar Bemer, se podían comer las famosas chanclas, tostada de pan con carne picada, ahumados y otros ingredientes, además de pulgas y bocadillos, kebab, hamburguesas, sándwiches, etc. hechos, tal y como nos dicen Loc i Tos, con imaginación y buena factura.

Bar Sildavia en 1991

Siguiendo con las pulgas, nos pasamos por la calle Sillería, al Bar Pa y Be, con Jose Luis y Antonia, de Robledo del Buey y Navaltoril respectivamente, a comer la premiada pulga de oro. Era de chicharrones con loncha de queso y un toque de pimiento. También destacaban los autores, entre otras, una de sobrasada con queso en aceite. Un par de pulgas y una cerveza costaban 375 pesetas.

Bar Pa y Be en 1992

Y también de pulgas o bocadillos se podía ir al Bar Recoletos, que en aquellos años estaba en las galerías del Miradero llevado por Esteban Lancha. La lista de pulgas y bocadillos para elegir era larga: anchoas con tomate, beicon con tomate y mostaza, de tortilla francesa y española con diferentes añadidos, etc. Loc i Tos recomendaban el sándwich Loro Loco, de tomate, lechuga, mahonesa, queso, magreta, espárragos y salsa de la casa. Ahí es nada.

Bar Recoletos en 1991

En la calle Nueva estaba el Bar El Rio, llamado así por Ramón del Río que tuvo el bar durante muchos años. Allí, además de comer pulgas, se podían saborear las tortitas de nata, hechas en el momento a la plancha, con acompañamiento de sirope de chocolate, vainilla, fresa o caramelo. Ente las pulgas, se destaca la de ahumados y la ración de picadillo de chorizo y morcilla conocido como sorda o casca.

Avanzando por la calle Ancha y llegando a la de la Sierpe estaba El Rincón del Bohemio (dónde ahora está el Comes). Era principalmente una rica pizzería, aunque había platos castellanos e italianos. Lo atendían Miguel, Luis y José. Nos recomendaban un plato llamado Envoltini di vitelo, un filete de ternera troceado con mozzarella y anchoas, empanado y con el aliño de la casa. Una especie de cachopo a la toledana.

El Rincón del Bohemio en 1990

Ya en la calle Santo Tomé, estaba el bar restaurante El Rincón (o el Rinconcito como muchos lo conocianos), atendido por Pepe y Chiqui. Según leemos en Bisagra se podía comer bien por un verde (para los más jóvenes, mil pesetas). La especialidad era la carne moruna y tenían el famoso ajo o ajito que popularizó en Toledo el Hotel del Lino (rodaja de pan con mayonesa con una anchoa con ajo picado y perejil). Los días de partido se llenaba de gente que hacía sus porras y se tomaba sus cervezas. De postre tenían uno denominado pijama, mezcla de flan, piña, melocotón, nata y sirope.

El Rincón en 1991

Muy cerca de la puerta del Cambrón tenemos dos locales más.

En un bonito rincón toledano se encontraba Casa Pedro (antes Casa Mariano) de Pedro Rodriguez Redondo. Pedro se jubiló hace poco tiempo y tenía en su bar los famosos pinchos de bazo y de morro espolvoreado con pimentón. También tenía tajadas de bacalao, carcamusas, chipirones y menús con comida casera. Antonio y Fernando hacen referencia al local como pintoresco lugar-en el que abundan, dicho sea de paso, los símbolos suficientes como para calificar de madridista a su dueño.

Casa Pedro en 1992

El otro local es el Museo de Productos de Castilla-La Mancha, concebido como un escaparate de productos de la región con tablas de quesos manchegos, jamón de Tembleque, gazpacho manchego, venao a la cazadora o perdiz estofada y excelentes vinos de Tomelloso, Valdepeñas, Méntrida o Villarobledo.

Otros locales populares del centro histórico visitados por Loc y Tos fueron: La Taberna del Lino, en la calle Santa Justa, enfrente de lo que fue el Hotel del Lino, o Pizza World, en la calle Trinidad, 5.

Acabamos la entrada con el local más económico. Era conocido por La Santiaga, por ser el nombre de la cocinera y dueña del negocio familiar, aunque en realidad se llamaba La Posada del Estudiante, ubicada en el callejón de San Pedro. Según nos dicen Loc y Tos, en invierno la Posada está repleta de chicas universitarias y en verano de turistas. Pero en todas las épocas del año su comedor se llena de gentes que van a paladear los sabios guisos que salen de las cacerolas de Santiaga. Allí se podía comer auténtica comida casera por 500 pesetas, y si se bebía vino, subía 20 duros.

Santiaga (La Posada del Estudiante) en 1991

De los locales reseñados en esta entrada solamente tres siguen activos, El Trébol, El Rincón y el Museo de productos de Castilla-La Mancha. Cualquier momento puede ser una buena ocasión para volver a visitarlos. 

El Trébol se reformó completamente en 2008 aunque sigue ofreciendo con gran éxito de público, entre otras muchas cosas, la pulga trébol y las bombas. Ventura no para, y abrió hace muy poco otro local, el Barten, en las Tendillas (una parte era el local de lo que fue la librería Briones). 

El Rincón, ahora llamado Rinconcito Tap, es uno de los negocios hosteleros más longevos de Toledo. Recientemente reformado en su privilegiada localización, siguen al mando Pepe y Chiqui. El bar lo abrieron sus padres Eumenio Izquierdo y Bernardina Martín en 1962. Al principio estuvo en el cercano callejón de los Naranjos para luego trasladarse a su ubicación definitiva. 

El Museo de productos de Castilla-La Mancha lo cogió en 1995, Miguel López Yunta y lo reconvirtió en restaurante. Hoy sigue siendo un negocio familiar de éxito, teniendo al frente a sus tres hijos: Miguel, Rodrigo y Alfonso.

Gracias a la revista Bisagra y a Loc i Tos por dejarnos tan gratos recuerdos. En otra entrada seguiremos visitando más locales toledanos de su mano.


Todas las fotos pertenecen a la revista Bisagra y están extraídas de la Biblioteca virtual de Castilla- La Mancha (UCLM)


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