LIBRERÍAS TOLEDANAS



Librería Anticuaria de Balaguer en la Calle Cardenal Cisneros. 1963. Juan Miguel Pando Barrero. Archivo Pando. IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte.

Este sábado, 11 de noviembre de 2023, se celebra en España el Dia de las Librerías, con el objetivo de mostrar su esfuerzo por estar vivas y activas, siendo espacios cercanos, modernos y en continua evolución, generando cultura, y creando comunidades en torno al libro y la lectura. Además, en este 2023, se cumplen 175 años de la apertura en la Calle Ancha de una de las más importantes de la historia toledana, la imprenta-librería de Severiano López-Fando. Para celebrar ambos hechos, aquí se presentan a modo de cronología, algunas de las librerías toledanas desde los años de López-Fando.

En el siglo XIX, las librerías no podían faltar en una ciudad como Toledo, aunque era habitual también adquirir los libros directamente en las imprentas donde nacían. Se insertaban anuncios en la prensa para informar a la clientela de las diferentes novedades, y las sedes de los periódicos servían a veces como punto de venta y también de suscripción para las obras que se vendían por entregas. Los libros se podían adquirir igualmente en puestos ambulantes o en kioscos.

Durante los siglos XIX, y gran parte del XX, la vida comercial en Toledo se desarrollaba en las calles y plazas más céntricas, y las librerías no eran la excepción. Nos podemos imaginar estos negocios con un mostrador en la entrada, detrás del cual, el librero atendía sin que el público pudiera tener acceso directo a los libros.

En los años 30 y 40 del siglo XIX, había librerías como la de Blas Hernández y Hernández, en la Plaza de las Cuatro Calles, la de Juan Bueno, ubicada en la Calle Ancha, en la Plazuela de Belén o enfrente de la Virgen de Belén, o las de Felipe González y la de Soria, en la Calle de la Feria (actual Chapinería). Estas librerías ofrecían, además de novelas y clásicos de la literatura, libros de temática religiosa, política, de derecho, o científica como, por ejemplo, el Manual completo preservativo del cólera-morbo. También ofrecían las suscripciones para las publicaciones periódicas como Ateneo, El Siglo, El Vapor, o para las entregas a plazos de obras como el Diccionario Tecnológico o el Diccionario Geográfico Universal. Algunas de esas publicaciones, al igual que el Boletín Oficial de la Provincia, salían de la Imprenta de José de Cea, primero ubicada en la Calle de la Plata y luego en la de la Trinidad.

En 1848, año de revoluciones en el Continente Europeo, abre en la Calle Ancha la librería- imprenta de Severiano López-Fando y Gómez, que marcó la actividad del sector en gran parte de la segunda mitad del siglo. Todo parece indicar que era de Madrid, abriendo la primera imprenta de Talavera de la Reina en 1836, y estableciéndose en Toledo al comprar la que tenia Diego García Ortiz.

Severiano vendió en su librería las numerosas obras que salieron de su imprenta. En 1857 salieron de sus máquinas la imprescindible Toledo en la Mano, de Sixto Ramón Parro, o Los Cigarrales de Toledo, de Antonio Martín Gamero. Estos dos libros salieron de la primera ubicación de la librería-imprenta, en el actual número 14 de la Calle Comercio. A finales de 1859, trasladó la librería a la acera de enfrente, actual número 19, y la imprenta pasó a la Calle Nuncio Viejo.

La imprenta de López-Fando editó publicaciones periódicas como la revista El Tajo, que fundó Antonio Martín Gamero, y también destacó en el sector educativo. En 1866, podemos leer en la publicación La Conciliación, un anuncio en el que ofrecía todo lo necesario para las labores de la Escuela. Además de libros como Amigo de los niños, Catecismo de Ripalda, Catón de Seijas, o Manual de Agricultura, ofrecía menaje para que no faltase de nada: Clarión para señalar en los encerados, encerados de hule de hilo, escribanías de metal dorado, estados de revista de inspección, estampas de la Virgen del Carmen, falsillas, frascos de grasilla, máximas morales y oraciones de entrada y salida, plumas de ave, polvos de salvadera, Silabarios de Flórez, etc.


Anuncio de la Librería de López-Fando en la revista La Conciliación. 1866.

Ya en los años 50 y 60, además de la de López-Fando, seguían activas las librerías de Hernández, que luego se llamó de los Señores Hernández Hermanos (Blas y José), la de Felipe González Santos, heredera de la de Felipe González, situada ahora en la Calle Hombre de Palo, la de Soria, a nombre de María del Carmen Soria, y van apareciendo otras como la de Mariano Lozano, en la Cuesta de Pajaritos, la de Agustin Estupiña Bataller, en la Calle Ancha, y la de Pedro Mateos en la calle de la Feria (Chapinería).

Es en esos años cuando las librerías empiezan a aumentar su oferta con libros de temática militar, intensificando aún más las de temática religiosa, debido por una parte, a la creación en 1850, del llamado Colegio de Infantería, que en 1875 se traslada al Alcázar, y por otro, a la inauguración, en 1889, del nuevo edificio del Seminario Mayor, dotando de una mayor capacidad al llamado Seminario Conciliar, que había estado ocupando varios edificios de la ciudad desde 1846. La presencia en la ciudad de los numerosos alumnos de ambas instituciones, genera un gran negocio de venta de libros y objetos de escritorio para el estudio, y explica también el gran número de academias, sastrerías o sombrererías en la ciudad, que en algunos casos permanecieron hasta bien entrado el siglo XX. También las cererías empiezan a combinar el negocio con la de venta de libros y objetos de escritorio, como las ubicadas en la Calla Ancha, la de Plaza, que luego fue de Montes, y la de Celedonio Martín-Ambrosio Gálvez (en el actual número 35).

Esas librerías repletas de temática religiosa y militar, seguramente fuesen visitadas por ilustres personajes de la época. Es a finales de los 60 cuando los hermanos Bécquer se alojan en Toledo, durante la revolución de septiembre de 1868, que supuso el destronamiento de Isabel II, y en los 70, Benito Pérez Galdós se inspiraba en nuestra ciudad para inmortalizarla en sus obras. Ambos dejaron para siempre en un lugar destacado de las librerías toledanas, Rimas y Leyendas, o la novela Ángel Guerra.

En 1883, abre la librería de Hilario Fernández Cruz, en la calle Hombre de Palo, 1, y un año después, en 1884, la librería Hermanos Menor, anunciada como Librería Militar, Religiosa, Científica y de Educación (sucesores de Villatoro). Sitúan la librería en el local donde tenía la suya Alejandro Villatoro Pinilla, que en 1872 estaba en la calle Hombre de Palo, 8, y en 1877 traslada a la Calle Comercio (actual 39), local que heredan los hermanos Rafael y Esteban Gómez-Menor, naturales de Mohedas de la Jara, que pronto abrieron imprenta en la Calle Sillería, de la que salieron numerosísimas e importantes publicaciones para la ciudad de Toledo.

Cuando abrió la librería Hermanos Menor, en 1884, la de Severiano López-Fando, después de haberse llamado Severiano López-Fando e Hijo o Severiano López-Fando y Hermano, la regentaba Juan Peláez del Arco, casado con una hija de Severiano, Gabriela López-Fando. Al morir Juan en 1882, la librería pasa a llamarse Viuda e Hijo de Juan Peláez, trasladándose de local ya en la década de los 90, y ubicándose entre la de Gómez-Menor y la Cerería de Celedonio Martín (en el actual número 37). Tenemos tres librerías juntas en donde actualmente están Marciano, Coquette y La Casa de las Carcasas.

Nos situamos a principios del siglo XX, en la que además de las tres librerías contiguas de la calle Comercio, estaban las librería-imprenta de Julián Lara en la Plaza de los Postes, y la de Florentino Serrano Carrasco, en las Cuatro Calles, que fue también una de las más importantes imprentas del siglo XX en la ciudad.

En 1911 se instaló, en la Calle Ancha (actual número 8), al lado del Bazar de Sebastián Díaz-Marta, la llamada Imprenta Moderna, de Antonio Garijo Borque. Era imprenta, librería y vendía objetos de escritorio. Antonio Garijo, tenía una cordelería y alpargatería en la Cuesta de las Armas, y fue el editor del periódico El Eco Toledano. Después de pasar a su hijo Clemente, la imprenta estuvo activa hasta finales de esa década, hasta que fue comprada por la Editorial Católica Toledana para editar allí el periódico El Castellano durante un tiempo, aunque Clemente siguió con la librería unos años más.

En 1917, abre otra librería en la Calle Ancha, esquina con la Cuesta de Belén, la Librería Escolar de Aniceto González Carpio. En esas fechas cierra definitivamente Viuda de J. Peláez e Hijo, que recordamos, era la sucesora de la de López-Fando.


Postal de la librería de González-Carpio. Del libro Postales de Toledo 1898-1968. Colección Luis Alba. Archivo Municipal de Toledo.

Ya en la década de los 20, la librería Gómez-Menor, pasa a manos de Rafael Gómez-Menor Ortega, hijo de Rafael Gómez-Menor, y la librería de Celedonio Martín a manos de su sobrino, Benito Martín Robledo, con el nombre Sobrino de Celedonio Martín.

En 1927 tenemos la Librería Universal, de Mario Coba Alonso, en la Bajada del Corral de Don Diego, haciendo esquina con la Cuesta de Portugueses, que se anunciaba vendiendo libros de ocasión, o como librería de lance. Mario Coba fue en esos años miembro de la Junta Directiva de las Juventudes Republicanas de Toledo, y mantuvo la librería durante la II República Española. Poco antes del comienzo de la Guerra Civil, tuvo un kiosco en Zocodover para la venta de libros.


Anuncio de la Librería de Mario Coba en 1931. La Vanguardia. Archivo Municipal de Toledo.

En los primeros años 30, Clemente Garijo de Gracia, hijo de Antonio Garijo, abre su librería en la Calle Comercio (actual 42). Es una de las librerías que todavía se recuerdan, pues se mantuvo con ese nombre hasta la década de los 80 con Sagrario Heredero.

Factura de la librería de Clemente Garijo. 1933. Archivo Municipal de Toledo.

Ya en plena Guerra Civil, en el local de la librería de Carpio, abre, en 1937, la Librería religiosa Viuda de Martínez Vega, regentada por Laura Rojas Ariza, que estuvo casada con Felipe Martínez Vega, maestro, periodista y funcionario de la Diputación, represaliado en Toledo en julio de 1936 por parte de un grupo de milicianos.

Tras la Guerra Civil, toca pasar el largo periodo de la Dictadura Franquista. En los difíciles años de la posguerra, en los primeros años 40, sólo he podido constatar la apertura de una librería. En 1942, abre sus puertas una de las más recordadas por su aspecto casi medieval, la Librería Anticuaria de Balaguer, en la calle Cardenal Cisneros, que podemos contemplar en la magnífica fotografía de Pando Barrero que inicia esta entrada.

Anuncio de la librería Casa Balaguer. Folleto Corpus Christi 1957. Archivo Municipal de Toledo. 

La abrió Mariano Pedraza Martí, nieto de María Balaguer, conocida por La Balaguesa, que tuvo una prendería en el último tercio del siglo XIX, origen de la famosa tienda de antigüedades situada en el conocido aún como Pasadizo de Balaguer (Pasadizo del Ayuntamiento). Mariano Pedraza Martí, falleció en 1962, quedando a cargo de la librería su esposa Primitiva Poveda García, a la que se conocía como Viuda de Balaguer. Más tarde se hizo cargo de la librería y es muy recordado por su labor, el librero Joaquín María Campos. La librería estuvo abierta hasta 2015. Estas librerías son conocidas todavía como Librerías de Viejo.

Volviendo a los años de la Dictadura, el Régimen franquista impuso el control y la censura sobre las publicaciones, no habiendo lugar para aquellas que no encajaban con la doctrina y práctica del nacionalcatolicismo. Las trastiendas, servían en algunas ocasiones como lugares dónde poder encontrar libros considerados peligrosos. Mucho hay escrito sobre la censura de esos años, y también sobre la larga lista de grandes figuras de la literatura española que tuvieron que lidiar con ella, destacando en los escaparates de las librerías, y en las listas de libros más vendidos, entre otros, Miguel Delibes, Camilo José Cela, Carmen Martín Gaite, Rafael Sánchez Ferlosio, Luis Martín Santos, Carmen Laforet, o Juan Marsé, con los que hemos crecido muchos de nosotros.

En cuanto a las librerías toledanas, hay que esperar hasta los últimos años 40, para ver la apertura de nuevas librerías, como la conocida como Centro de Periódicos, de Julián Pareja Hernández (actual Calle Comercio, 17), que luego llevó su hijo Antonio, la librería-papelería Ortega (Calle Comercio, 14), de Julio Ortega Pérez, que sigue activa como papelería, o la de Guzmán Salvador en la Calle Santo Tomé.

También de finales de los años 40 es la librería de ocasión El Oeste, en la Calle de la Plata, de Rafael García Ballesteros, hijo del recordado Adrián El Ciego, donde se podían intercambiar libros y tebeos de todo tipo, como las novelas del oeste del toledano Marcial Lafuente Estefanía. Estaba situada justo debajo del mirador en el que estaba el famoso loro que silbaba el Quinto levanta.

Ya en los años 50, cierra la librería Sobrino de Celedonio Martín, que pasa a ser una tienda de Damasquinos, y poco después Fantasías Marciano, de Marciano López-Cortés Alía. Al final de la década, abre la librería y papelería Sánchez, en la Calle de la Plata, 2, pasando la de Gómez-Menor a la tercera generación de la familia, con Juan Gabriel Gómez-Menor Fuentes, que en 1966, crea la Editorial Zocodover, en la que se reeditan muchas publicaciones sobre Toledo, añadiendo muchas otras a su catálogo.

En los años 60, es bien conocido el incendio que sufrió la Librería Religiosa de Laura Rojas (Viuda de Martínez Vega), el 18 de julio de 1964, que tuvo que trasladar la librería a la Calle Instituto, 1. Poco después, en 1967, abrió la Librería Pastoral, bajo el Arco de Palacio, por iniciativa de Jaime Colomina Torner, canónigo emérito de la Catedral Primada de Toledo, y que sigue activa en la misma ubicación.


Incendio de la Librería Religiosa en 1964. Fondo Fotografía Rodriguez. Archivo Histórico Provincial Provincial de Toledo.

En los últimos años de la Dictadura, abre en la Calle Tendillas, la librería papelería de Julio Briones (en el local del Barten), y también la de De la Cruz, en la Plaza del Ayuntamiento, 11.

Anuncio Librería Briones en 1970. Folleto Corpus Christi Toledo. Centro de Estudios UCLM.

Finalizado el franquismo, llegaron los años de la Transición Española, que guio el camino de nuestro país a la democracia. Grupos de extrema derecha, que se aferraban a la Dictadura, se dedicaron a tomar la calle con ataques violentos provocando numerosos altercados, siendo las librerías blancos habituales. Librerías del País Vasco, Cataluña, Madrid, Valencia, etc., fueron objeto de sus ataques, y Toledo no fue la excepción. La librería Fuenteovejuna, en la Calle Santa Fe, sufrió entre 1976 y 1977, numerosas amenazas, pedradas, pintadas en su escaparate, e incluso la explosión de un artefacto, que provocó numerosos daños materiales.

Fuenteovejuna surgió en plena Transición democrática de la mano de la sociedad FOCUSA (Fomento Cultural Sociedad Anónima), nacida a iniciativa de miembros y simpatizantes del PCE, y que por su carácter abierto, consiguió el apoyo de personalidades de muy diferentes ámbitos. Abierta en 1976, durante los años que estuvo activa, consiguió acercarse a gran parte de la sociedad toledana, abriendo su local a multitud de actividades culturales y reivindicativas como la defensa del Río Tajo.

Anuncio Librería Fuenteovejuna en 1985. Revista Vecinos. Archivo Municipal de Toledo.

En 1989, al disolverse la sociedad, la librería pasó a la iniciativa privada con Hojablanca, de las hermanas Petri, Pilar y Mila Díaz Ropero, y Demetrio Pérez Grueso, que supieron unir de manera magistral el negocio de la librería, con la vida cultural toledana, colaborando con diversas publicaciones y llevando la iniciativa en múltiples actividades como talleres, concursos literarios, presentaciones de libros, recitales de poesía, etc.

En 2001, trasladaron la librería a la Calle Martín Gamero, en el local donde estaba la Taberna Ambos Mundos, conocida como la Abuela (Emiliana García). El traslado se hizo con un acto que todavía se recuerda. El 1 de septiembre de ese 2001, una cadena humana, que reunió a cientos de personas, conectó la Calle Santa Fe con la de Martín Gamero, atravesando la Plaza de Zocodover y la Calle Ancha. De mano en mano se llevó, desde del viejo local donde nació Fuenteovejuna, el primer libro que entró en la nueva Hojablanca. El libro elegido fue Toledo en la Mano, de Sixto Ramón Parro, que en el camino, pasó junto al sitio donde fue impreso muchos años antes.

En 2018, Hojablanca cambió de manos, y hoy día sigue viva en el mismo lugar donde inició la actividad en 1998. En el local antiguo de Santa Fe, está abierta desde hace poco tiempo la librería de la editorial Cascaborra, especializada en cómics sobre historia. Hojablanca y Cascaborra, dos buenas razones para subir arriba.

Anuncio de la librería Hojablanca en la revista Zocociover. 1990. Centro de Estudios de Castilla-La Mancha. UCLM.

A finales de los 80, en la lista de los libros más vendidos en Toledo estaban El Caballo de Troya, de Juan José Benítez, Cristo Versus Arizona, de Camilo José Cela, Historia de las historias de amor, de Carlos Fisas, I.T., de Stephen King o Eva Luna, de Isabel Allende, que ya se venden en librerías, como Tiempo, en la Cuesta de Belén, un poco más abajo de la óptica de Perea, o Espejo, en la Calle Chapinería.

No me olvido de la Librería Universitaria, que inició sus pasos en los años 80 en el primitivo Centro Universitario de Toledo (C. U. T), en el Palacio del Cardenal Lorenzana, referencia obligada para los estudiantes de la recién creada Universidad de Castilla-La Mancha, que luego se trasladó al rehabilitado Convento de San Pedro Mártir.

Etiqueta de la Librería Universitaria.

La última librería que abrió en el siglo XX en Toledo fue la Librería Judaica, en el año 2000, que estaba en la Calle del Ángel.

En el último tercio del siglo XX, la ciudad se abre a nuevos barrios como el Polígono, Palomarejos, Santa Teresa o Buenavista, que traen de la mano una nueva generación de librerías, de las que cito solamente algunas, también del siglo XXI. Librería Lisboa, en la Calle Lisboa, luego AlegriaCentro de Periódicos Buenavista y Aleben, en el Centro Comercial, Diplo's, en la Avenida de Guadarrama, La Gavia, Plaza del Sagrario, El Estudiante, en la calle Gante, Merlín, en la Calle Panamá, Centro de Periódicos Buenavista 2, en Buenavista, Astrolabio, de Jesús Pareja, en la Avenida de Europa (sigue activa),  Taiga, en la Travesía de Gregorio Ramírez y en Luz del Tajo (siguen activa), o La Madriguera de Papel, en Valparaiso.

A finales de los 90, la librería Gómez-Menor se traslada a la Avenida de la Reconquista. Sigue activa allí regentada por la cuarta generación de la familia. Ni más ni menos que 140 años de historia, y una de las empresas más antiguas de Toledo. Un referente para la ciudad.

Librería Gómez-Menor en la Avenida de la Reconquista. 2023

Finalizo esta entrada recordando algo que pasó no hace mucho tiempo. En octubre de 2019, cerró el Centro de Periódicos Buenavista, papelería y librería abierta en 1985 en el recién estrenado Centro Comercial. Claire Venin, a la que conocemos como Clara, se jubila, después de haber atendido el negocio familiar, con sencillez, cercanía y gran profesionalidad. En el local, junto con el anuncio del cierre y el cartel de Se vende, apareció un cartel anónimo, que rescato de La Tribuna de Toledo, que se hizo eco de la noticia.

David Pérez/La Tribuna

Un emotivo y sencillo acto de agradecimiento, que podemos hacer nuestro, acercándonos a alguna de las estupendas librerías que tenemos en la ciudad para comprar un libro.



(Aquí el enlace a la noticia de La Tribuna).

Fernando Riaño Sánchez de la Poza. Noviembre de 2023.




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