Alojamiento en el Centro Histórico de Toledo (1900-1936)


Hotel Maravilla en Barrio Rey. Fotografía Casa Rodriguez. AHPT

A comienzos del siglo XX la ciudad de Toledo empezaba a contar con nuevos y reformados alojamientos para atender la creciente llegada de visitantes, que disponían desde 1858 de la línea ferroviaria que la unía con Madrid y que exigían un acomodo decente para pernoctar en una de las ciudades más bellas del mundo.

En los primeros años del siglo XX los alojamientos se concentraban en los alrededores de la plaza de Zocodover, lugar de llegada de los viajeros desde la estación de tren. Todavía existía la famosa Posada de la Sangre, en la cuesta de Cervantes esquina calle de Santa Fe, desaparecida en 1936 a causa de la Guerra Civil. "Burros en el corral, carreteros, sábanas sucias y estudiantes", así la describió nuestro cineasta más universal Luis Buñuel en sus memorias (Mi último suspiro). Allí se alojaba con los demás componentes de la Orden de Toledo, para vivir de primera mano el ambiente indefinible de la ciudad de los años 20 y 30. También estaba activa todavía la Posada de la Hermandad, en la calle de la Hermandad, que funcionaba como tal desde el siglo anterior cuándo dejó de usarse como cárcel y sede de la Santa Hermandad Vieja de Toledo. 

Sin ninguna duda, la construcción del Hotel Castilla (actual sede de la D. P. de la Tesorería Seguridad Social en la Plaza de San Agustín), inaugurado en 1891, supuso un cambio radical, siendo referente para los demás hoteles de la ciudad. Fue considerado como uno de los mejores de Europa, un hotel de lujo que recibió a autoridades, celebridades y multitud de viajeros de alto nivel económico hasta el comienzo de la Guerra Civil. En el imprescindible Blog Toledo olvidado de Eduardo Sánchez Butragueño, hay una completísima entrada sobre el Hotel Castilla

Uno de esos locales que se reformaron para adaptarse a los nuevos tiempos fue el Hotel Restaurante y pastelería de Granullaque que estaba en la Plaza Barrio Rey, (se ubicaba en la plaza haciendo esquina con el tramo de la calle que va hacia la Plaza de la Magdalena). Inaugurado en 1807, al parecer en el mismo lugar donde se ubicaba la Hostería de la Negra en el siglo XVI, el buen hacer del negocio familiar hizo de este local uno de los más afamados durante su existencia por sus comidas y visitado por personajes ilustres como el gran novelista Benito Pérez Galdós, que lo cita en varias ocasiones en su gran novela Toledana de 1891 Angel Guerra.

Anuncio del Nuevo Hotel Granullaque en 1916. Revista de Arte. AMT

Hotel Restaurante Granullaque en un anuncio de 1912. Periódico Zeta. BVPH

En Barrio Rey se concentraban más alojamientos.como la Pensión Maravilla, que luego fue el Hotel Maravilla, activo hasta hace pocos años. Su fundador fue Clemente Galiano que tenía también el restaurante anejo. La ubicación era la que ocupan ahora el Hotel Barrio Rey y el Restaurante El Zoco. También Restaurant y Casa de viajeros La Itálica, en los números 10 y 12 y el 6 de la travesía que comunica con la Cuesta del Alcázar. Era de Hilario Rodríguez y funcionaba en 1917. Más tarde, en el número 6 de la travesía, se instaló la Casa de viajeros La Nueva. Tenía restaurante y estaba activa en 1926, regentada por Joaquín Guerra Corroto. En 1940 se publicitaba el restaurante como Casa Guerra en el número 4.

Anuncio Pensión Maravilla en 1930.El Heraldo Toledano. BVPH

En la cuesta del Alcázar había dos hoteles. El Gran Hotel Imperial, también llamado Hotel Imperial, situado en el número 7, que se llamaba en 1890 Fonda Imperial. Se ubicaba en un solar que ya no existe pues quedó destruido en los inicios de la Guerra Civil. Ocupaba parte del espacio de la actual calle de la Paz, abierta en los años 40, y era de Guillermo López Marín, natural de Mora. Se conocía por la casa de Guillermo

A finales de los años 20 el dueño del Hotel Imperial era Juvenal Martínez. Al iniciarse la Guerra Civil, Juvenal tuvo un incidente con las tropas sublevadas relacionado con los enseres del restaurante, lo que propició la incautación de la propiedad por la dictadura franquista. Poco después, en 1950, un hijo de Juvenal, Luis Martínez Moreno abrió el Bar Avenida, el Luis, en el recién creado barrio de la Avenida de la Reconquista. Más tarde, los hijos de Luis se encargaron del bar hasta que en 1997 uno de los hijos de Luis y nieto de Juvenal, Luis Martínez García, abrió en ese mismo local el Catavinos, que regentó hasta principios de 2023.

Anuncio Gran Hotel Imperial en 1902. Semanario La Idea. BVPH

Enfrente del Hotel Imperial, en el número 8, estaba el Gran Hotel Toledano. Lo abrió en octubre de 1903 Marcelino Fernández Martín, que era cocinero del Colegio de Huérfanos Cristinos. En 1890, ese mismo local albergaba el Gran Hospedaje del Norte, que también se llamó Fonda del Norte y Hotel del Norte. El Gran Hotel Toledano estuvo activo al menos hasta 1908. Después se intaló el Grand Hotel de París Hotel París, al menos desde 1912. Este hotel construyó en ese lugar la fachada historicista y ya centenaria que conocemos ahora como Edificio Alcázar. Estuvo activo muy poco tiempo regentado por los hermanos Vila Gelpi, naturales de Blanes, pues en el día del Corpus de 1916 se reabrió de nuevo como Hotel Toledano. También por poco tiempo, pues en enero de 1918 se trasladaron a este edificio las oficinas de Telégrafos que estaban en la calle Alfonso XII.

Hotel París, en la cuesta del Alcázar. De la publicación La Casa Española, del arquitecto Luis María Cabello Lapiedra. 1917.

Anuncio del Grand Hotel de París. Periódico Zeta. Abril de 1912. BVPH. 

En la calle Sillería, número 17 hubo varios negocios. En 1901 tenía Casa de Huéspedes Jerónimo Angulo. También aparecen en 1929, José Gutiérrez Crespo y Fructuoso Picaporte y ya en los años 30, la Casa de viajeros de Díaz Marchante y la Casa de Huéspedes de Eduardo Rodríguez

En la Calle Nueva, 8 estaba la Casa de huéspedes de Silvestre Juanes activa en los años 10, y en la Cuesta de las Armas, la Posada de Santa Clara y la Posada de Tiburcio Pavón. 

En la Plaza de San Agustín, cerca del Hotel Castilla estaba la Casa de Huéspedes de Julián Ángel Cruz. 

En la Calle Comercio, haciendo esquina con la Plaza de Zocodover, se ubicaba el Hotel Comercio. Activo en años 20 y 30, era de Fausta Esteban (viuda de Rosell). En 1907, Fausta, ya viuda, regentaba una casa de huéspedes en la Plaza de Solarejo, 7.


También en la Calle Comercio número 12, estaba el Restaurante Hostería del Greco. Calle Comercio, 12. Activo en 1931. Regentado por Angel Fernández

Subiendo por la cuesta de Belén y la calle de la Plata tenemos el Hostal Restaurante El Lino, en la que también se alojó Galdóshaciendo esquina con la calle Santa Justa. En 1900 era de Blasa Ballesteros. Cerró sus puertas en 1988, por lo que todavía se recuerda. 

En la calle de la Sierpe, 6 estaba El Petit (Bar, Comidas y Hospedajes), regentado por Hilario Rodríguez. Estuvo activo en los años 20. Antes fue el restaurante Petit-Fornos (abierto por Guillermo López el dueño del Hotel Imperial), y después el café Casa Morana. Desconozco si el Restaurante El Petit que estaba en la carretera de Piedrabuena en los años 70 y 80 tiene que ver con éste de la calle de la Sierpe.

Restaurante El Petit en la calle de la Sierpe. El Castellano 21 de agosto de 1924. AMT 

La Posada de las Cadenas estaba en la calle de Garcilaso de la Vega, 6 (actual calle Cadenas). Era de Braulio Moreno y ya estaba activa con ese nombre en 1890.

En la calle Venancio González*, había dos alojamientos, la Posada Nueva y la Pensión Santa Clara. La Posada Nueva estaba en el número 9, actual calle de las Armas 7, regentada por José García activa a principios del siglo XX. Luego se llamó Fonda Nueva. En 1934 era de Segundo Sánchez Serrano. Permaneció activa hasta hace unos años. Se sabe que Pío Baroja y Azorín se hospedaron en la Fonda Nueva a principios de siglo. 

La Pensión Santa Clara estaba en el número 6 y estaba activa en los años 30. 

Otros alojamientos de aquellos años fueron:

Casa de huéspedes de Pedraza. Calle Lechuga, 12 (ahora Callejón de los Becker). Activa años 10, 20 y 30 regentada por Julián Primo Pedraza.

Casa de huéspedes de Antonio Centurión. Cuesta de la Mona. Activa en 1900

Casa de huéspedes de Rufino Hernández. Callejón de los Dos Codos. Activa en 1900.

Parador de San José. Callejón sin salida del Moro, 2. Activo desde los años 20. Casa de viajeros. El dueño era Enrique López. Luego se traspasó en 1924 y más tarde otra vez en 1929. Se nombra también como Fonda y Casa de viajeros.

Anuncio Casa de viajeros San José en 1924. El Castellano Gráfico. AMT

Posada de San José. Calle del Correo, 20 ( actual Núñez de Arce). Regentada en años 30 por Julián García. Posiblemente fuera el mismo edificio que el Parador de San José.

Casa de huéspedes Viuda de Román. Calle del Correo (actual Núñez de Arce). Activa en 1900.

Casa de Huéspedes de Romualdo Carralero. En la Cuesta de los Pascuales, 6. Activa a finales de los años 20.

Finalmente, destacar también la Casa del Maestro creada a finales de los años 20 y situada en la Cuesta de Santa Leocadia, 9, cuya función era servir de residencia transitoria para las personas que visitaban la ciudad con fines culturales por un módico precio.

En la novela Angel Guerra de Benito Pérez Galdós no solo se cita la hostería de Granullaque, también aparecen la Fonda del Lino, la Fonda Imperial, la Posada de la Sangre, la de Santa Clara y la de la Sillería. Para finalizar esta entrada, transcribo lo que Galdós describe en la Posada de la Sillería, regentada por Blas y Vicenta, que nos da una imagen de la vida toledana de finales del siglo XIX:

"En la cocina comían los arrieros con villanesca algazara, atizándose tragos como puños, consumiendo en un decir Jesús las calderadas de patatas, las sartenadas de migas, y los cabritos asados con cabeza, que parecían gatos. A Guerra le hacía muchísima gracia aquella sociedad rancia y castiza, y veía con cierta dignidad quijotil en los enjutos tipos vestidos de paño pardo, pantalón corto de trampa, sombrero de veludillo y medias azules, otros de capote y gorra de piel. Las mujeres con sus abigarrados refajos, la saya de estameña negra y los moños de picaporte, no le resultaban tan airosas como los hombres; pero el habla de todos ellos era gallarda, noble en su elemental rudeza, bien matizada de acentos e inflexiones robustas, y si no enteramente limpia de algún feo barbarismo, de los que suenan en las ciudades y repercuten en las aldeas, retumbaba como párrafos de Mariana o metros de Jorge Manrique. Los manjares también eran de lo español neto, el vino raspante y de sabor a pez, los asados con ricos pebres olorosos y un picor que levantaba en vilo, las fritangas sabrosísimas, de esas cuyo dejo se agarra por tres o cuatro días al paladar."

Hay que tener en cuenta en las referencias que existen de la Posada Nueva, que desde 1898 oficialmente se llamó Venancio González desde Zocodover a Núñez de Arce y desde 1916 ya solamente desde el encuentro con la calle Recoletos, aunque popularmente se conoce todo el tramo como cuesta de las Armas.

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