Alojamiento en el Centro Histórico de Toledo (1900-1936)
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Hotel Maravilla en Barrio Rey. Fotografía Casa Rodriguez. AHPT |
A comienzos del siglo XX la ciudad de Toledo empezaba a contar con nuevos y reformados alojamientos para atender la creciente llegada de visitantes, que disponían desde 1858 de la línea ferroviaria que la unía con Madrid y que exigían un acomodo decente para pernoctar en una de las ciudades más bellas del mundo.
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Anuncio del Nuevo Hotel Granullaque en 1916. Revista de Arte. AMT |
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Hotel Restaurante Granullaque en un anuncio de 1912. Periódico Zeta. BVPH |
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Anuncio Pensión Maravilla en 1930.El Heraldo Toledano. BVPH |
A finales de los años 20 el dueño del Hotel Imperial era Juvenal Martínez. Al iniciarse la Guerra Civil, Juvenal tuvo un incidente con las tropas sublevadas relacionado con los enseres del restaurante, lo que propició la incautación de la propiedad por la dictadura franquista. Poco después, en 1950, un hijo de Juvenal, Luis Martínez Moreno abrió el Bar Avenida, el Luis, en el recién creado barrio de la Avenida de la Reconquista. Más tarde, los hijos de Luis se encargaron del bar hasta que en 1997 uno de los hijos de Luis y nieto de Juvenal, Luis Martínez García, abrió en ese mismo local el Catavinos, que regentó hasta principios de 2023.
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Anuncio Gran Hotel Imperial en 1902. Semanario La Idea. BVPH |
Enfrente del Hotel Imperial, en el
número 8, estaba el Gran Hotel Toledano. Lo abrió en octubre de
1903 Marcelino Fernández Martín, que era cocinero del Colegio de Huérfanos
Cristinos. En 1890, ese mismo local albergaba el Gran Hospedaje del Norte, que también se llamó Fonda del Norte y Hotel del
Norte. El Gran Hotel Toledano estuvo activo al menos hasta 1908. Después se intaló el Grand Hotel de París u Hotel París, al menos desde 1912. Este hotel construyó en ese lugar la fachada historicista y ya centenaria que conocemos ahora como Edificio Alcázar. Estuvo activo muy poco tiempo regentado por los hermanos Vila Gelpi, naturales de Blanes, pues en el día del Corpus de 1916 se reabrió de nuevo como Hotel Toledano. También por poco tiempo, pues en enero de 1918 se
trasladaron a este edificio las oficinas de Telégrafos que estaban en la calle
Alfonso XII.
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Hotel París, en la cuesta del Alcázar. De la publicación La Casa Española, del arquitecto Luis María Cabello Lapiedra. 1917. |
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Anuncio del Grand Hotel de París. Periódico Zeta. Abril de 1912. BVPH. |
En la calle Sillería, número 17 hubo varios negocios. En 1901 tenía Casa de Huéspedes Jerónimo Angulo. También aparecen en 1929, José Gutiérrez Crespo y Fructuoso Picaporte y ya en los años 30, la Casa de viajeros de Díaz Marchante y la Casa de Huéspedes de Eduardo Rodríguez.
En la Calle Nueva, 8 estaba la Casa de huéspedes de Silvestre Juanes activa en los años 10, y en la Cuesta de las Armas, la Posada de Santa Clara y la Posada de Tiburcio Pavón.
En la Plaza de San Agustín, cerca del Hotel Castilla estaba la Casa de Huéspedes de Julián Ángel Cruz.
En la Calle Comercio, haciendo esquina con la Plaza de Zocodover, se ubicaba el Hotel Comercio. Activo en años 20 y 30, era de Fausta Esteban (viuda de Rosell). En 1907, Fausta, ya viuda, regentaba una casa de huéspedes en la Plaza de Solarejo, 7.
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Restaurante El Petit en la calle de la Sierpe. El Castellano 21 de agosto de 1924. AMT |
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Anuncio Casa de viajeros San José en 1924. El Castellano Gráfico. AMT. |
Posada de San José. Calle del Correo, 20 ( actual Núñez de Arce). Regentada en años 30 por Julián García. Posiblemente fuera el mismo edificio que el Parador de San José.
Casa de huéspedes Viuda de Román. Calle del Correo (actual Núñez de Arce). Activa en 1900.
Casa de Huéspedes de Romualdo Carralero. En la Cuesta de los Pascuales, 6. Activa a finales de los años 20.
Finalmente, destacar también la Casa del Maestro creada a finales de los años 20 y situada en la Cuesta de Santa Leocadia, 9, cuya función era servir de residencia transitoria para las personas que visitaban la ciudad con fines culturales por un módico precio.
En la novela Angel Guerra de Benito Pérez Galdós no solo se cita la hostería de Granullaque, también aparecen la Fonda del Lino, la Fonda Imperial, la Posada de la Sangre, la de Santa Clara y la de la Sillería. Para finalizar esta entrada, transcribo lo que Galdós describe en la Posada de la Sillería, regentada por Blas y Vicenta, que nos da una imagen de la vida toledana de finales del siglo XIX:
"En la cocina comían los arrieros con villanesca algazara, atizándose tragos como puños, consumiendo en un decir Jesús las calderadas de patatas, las sartenadas de migas, y los cabritos asados con cabeza, que parecían gatos. A Guerra le hacía muchísima gracia aquella sociedad rancia y castiza, y veía con cierta dignidad quijotil en los enjutos tipos vestidos de paño pardo, pantalón corto de trampa, sombrero de veludillo y medias azules, otros de capote y gorra de piel. Las mujeres con sus abigarrados refajos, la saya de estameña negra y los moños de picaporte, no le resultaban tan airosas como los hombres; pero el habla de todos ellos era gallarda, noble en su elemental rudeza, bien matizada de acentos e inflexiones robustas, y si no enteramente limpia de algún feo barbarismo, de los que suenan en las ciudades y repercuten en las aldeas, retumbaba como párrafos de Mariana o metros de Jorge Manrique. Los manjares también eran de lo español neto, el vino raspante y de sabor a pez, los asados con ricos pebres olorosos y un picor que levantaba en vilo, las fritangas sabrosísimas, de esas cuyo dejo se agarra por tres o cuatro días al paladar."
* Hay que tener en cuenta en las referencias que existen de la Posada Nueva, que desde 1898 oficialmente se llamó Venancio González desde Zocodover a Núñez de Arce y desde 1916 ya solamente desde el encuentro con la calle Recoletos, aunque popularmente se conoce todo el tramo como cuesta de las Armas.
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